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viernes, 8 de marzo de 2013

IBIZA


“Aguas transparentes como el aire, cielo transparente como el agua, Pitiusas… Habitadas desde hace miles de años, uno se pregunta qué hizo de estas islas un lugar tan atractivo a través de todas las épocas y todas las civilizaciones. Una fuerza magnética y seductora, que va más allá de su apacible clima, aún hoy atrae a miles de personas a una tierra en la que conviven mística y hedonismo, sueño y realidad…” Así comienza el capítulo de la serie de TVE “Ciudades para el Siglo XXI” dedicado a Ibiza y Formentera. Un reportaje imprescindible, realizado con objetividad y mucho cariño, al cual acudo frecuentemente cuando siento nostalgia del que considero ya mi hogar. Hay en esa escasa media hora de filmación un aprecio profundo por esas islas bendecidas que ofrecen rincones únicos de nuestro Mediterráneo y son referentes mundiales de belleza natural.



Difícil es encontrar un nativo o un residente ibicenco que no adore su tierra, que no la eche a faltar continuamente cuando está lejos de ella, siempre con la ilusión del retorno como consuelo que mitiga esa inquietud. Para muchos, llegados en toda época y toda condición, la Isla Blanca y su Hermana del Sur se han convertido en algo que va mucho más allá de un destino vacacional más o menos exclusivo, son una tierra de primavera eterna, son una forma de vida. Casi todo el que ha pisado alguna vez esas islas únicas, se lleva para casa sensaciones de paz, belleza y libertad, feliz por haber recibido el regalo de esa energía especial que las Pitiusas desprenden.


Sigue la entrada al reportaje con una frase que se queda registrada en la mente de los que repetimos ese nombre como un mantra: "Ibiza, cinco letras para un lugar mágico… Hace 30 años, muchos de los que no sabían situar España en los mapas, había oído hablar de Ibiza…” Las referencias a la moda y la cultura hippies, que han dejado tan marcado el espíritu de la isla son inevitables, así como la insistencia en proteger y salvaguardar la naturaleza y las tradiciones culturales únicas que conforman parte fundamental de su esencia.

No quería dejar de incluir a Ibiza en un blog que pretende recoger una visión esperanzadora (aunque realista) de lo que nos depara el porvenir. Ese rincón de las Baleares supone para mí, desde hace casi una década, esa "Tierra de Futuro" que da nombre a este blog. Muchísima gente pasó por ellas buscando esa vida soñada, esa mítica utopía que significaba la aldea global en la que se convirtió Ibiza en las décadas de los 60 y 70. La nostalgia de las islas de esos años es otra de las presencias constantes que se siente flotar en el aire siempre que uno se pierde y se deja hechizar por los caminos, paisajes y gentes de su interior. Todo paraíso pervive hasta que es descubierto por el turismo de masas pero en Ibiza y Formentera ese espíritu de autenticidad parece ser mucho más fuerte que el ataque feroz a su esencia que el desarrollo semidescontrolado de las últimas 3 décadas ha plantado sobre ellas. Uno no puede evitar pensar en esa fuerza cuando se cruza con la típica payesa vestida con sus ropas tradicionales, a escasos kilómetros de la nueva megadisco o de los locales más exclusivos y "fashion" de toda Europa.


Parece ser que siglos antes de nuestra era, la mayor de las Pitiusas fue lugar de descanso y reposo eterno para las clases más bien estantes de romanos, fenicios y cartagineses como demuestran los miles de tumbas que horadan el Puig des Molins en la propia Vila, capital de la isla. Como culminación a las muchas leyendas que corren sobre ella, desde hace unos pocos años se ha extendido la historia que otorga a Nostradamus el vaticinio de que Ibiza sería el único refugio del hombre en nuestro planeta tras el holocausto nuclear. Algunos han llegado a exagerar tanto como para asegurar que el mismo autor vivió un tiempo en la isla y acabó enamorándose también de ella. De cualquier forma, algo desprende esa tierra que nos hace soñar constantemente con volver a ella, con disfrutar de esas aguas frescas y transparentes, de la visión de esos campos rojos que extienden alfombras multicolores de frutas y flores durante todo el año. 


La marca "Ibiza" continúa en auge, al igual que la de su hermana pequeña, "Formentera". Cada día que pasa aumenta la pasión y la militancia de sus adictos. En los últimos meses no paramos de recibir noticias que parecen demostrar que las Baleares van a ser las primeras en salir de la crisis económica que nos ha amargado la existencia desde el 2007. Las expectativas y previsiones turísticas para la próxima temporada, motor imprescindible que mueve la economía de estas islas, parecen seguir una tendencia firme al alza. Se trabaja con insistencia en buscar nuevas iniciativas para desestacionalizar la demanda que si consiguen ir cobrando forma auguran un futuro más estable para los habitantes de Ibiza y Formentera.


La lucha constante que se libra desde los años 60 por encontrar un equilibrio sostenible entre naturaleza y desarrollo va a continuar. Nos corresponde a nosotros saber guardar esa esencia para que siga manteniéndose generación tras generación. Insistiendo en la importancia de ser conscientes del tesoro que tenemos en nuestras manos hago mías las últimas palabras del mismo documento gráfico con el que abría esta entrada... "Resulta difícil pensar en las Pitiusas sin echar de menos su pureza elemental. Hay una Ibiza y una Formentera que el Mundo quisiera guardar en el corazón sabiendo de su interés pero también de su vulnerabilidad. Para que cuando regresemos dentro de mil años a través de los hijos de nuestros hijos, recordemos que en el siglo XXI fuimos capaces de percatarnos que es un paraíso y cómo conservarlo".

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