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martes, 24 de mayo de 2016

Alquileres en Ibiza: inutilidad e impotencia

Estamos a las puertas de una nueva temporada y en Ibiza seguimos como siempre. Es decir, todos sabemos cuales van a ser nuestras peores pesadillas veraniegas y seguimos sin arreglar nada. Tenemos claro que las obras pendientes de mejora de carreteras y accesos nos seguirán torturando todo el verano. Tenemos claro que el hedor insoportable de las depuradoras hará que se nos salten las lágrimas cada vez que pasemos cerca de ellas (o no tan cerca). Sabemos que la invasión marítima de todo tipo de embarcaciones continuará destrozando impunemente nuestras praderas de posidonia, probablemente nuestro mayor tesoro.


Y sabemos, para nuestra desgracia e indignación, que nuestros políticos y administradores públicos harán lo de siempre, mostrar su gran capacidad para que todo siga igual, o peor... Permiten con indecente sonrisa cínica que nuestras playas se conviertan un año más en una vertedero de hamacas y mierda para disfrute de mafiosos a los que Ibiza les importa bien poco. Año tras año consiguen superarse en su inacabable carrera por enviarlo todo a tomar por saco. Es imposible seguir achacando esto a su inutilidad. No se puede justificar semejante nivel de permisividad para el destrozo a la simple incapacidad. Aquí la política vive en simbiosis perfecta con la especulación, como dos garrapatas que se chuparan la sangre la una a la otra. 


Una crítica así de cruda nace del disgusto y de la impotencia al contemplar el bajo nivel que demuestran las instituciones baleares para tratar los problemas graves que afronta Ibiza. Amo esta isla con toda mi alma. Cada vez que salgo a la calle y sus olores a pino y mar me invaden, no puedo sentir más que gratitud por haber podido hacer de ella mi hogar desde hace casi una década. Es por este sentimiento de apego que, cuando tratas a diario con uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la isla actualmente, ves con claridad la hipocresía y el desconocimiento total con los que nuestros políticos lo encaran. Hablo del tema de los alquileres residenciales.


La regulación de los alquileres de viviendas unifamiliares para usos turísticos parece estar más o menos bien encarada. A pesar de la falta de medios para inspeccionar y tener la amplísima oferta bien controlada, tanto los propietarios como los intermediarios sabemos a qué acogernos y cómo funciona la legislación al respecto. En cambio, el mercado de las residencias de alquiler para quien quiere establecerse (o continuar su vida) en la isla es una jungla en la que hemos acabado todos embarrados. Especialmente para la vivienda asequible, aquella a la que un trabajador medio puede acceder con un sueldo normal. Y este es un problema de futuro al que la isla tiene que meter mano ya si no quiere que en poco tiempo suframos sus serias consecuencias.

En el bando de la oferta trato cada día con todo tipo de actores en este drama: propietarios abiertos a cualquier tipo de alquiler de su piso, propietarios que no quieren ningún tipo de problema ni con la administración ni con los inquilinos, inversores que buscan maximizar su negocio dentro de la legalidad, propietarios de cualquier casa o inmueble que piensan que todo se alquila y que pueden sacar un pastón de cualquier cuchitril donde se pueda meter una cama... Me he llegado a encontrar gente que quiere alquilar su casa mientras está en obras para así sacarse un dinero con el que acabar de financiar la reforma. Trabajando en una de las más prestigiosas inmobiliarias de la isla, me tengo que contener, pero a veces me encantaría poder saltarme las buenas formas y cantarle la caña a este último tipo de gente enviándolos de vuelta a la calle con una buena patada en el trasero. 


Por el lado de la demanda, por supuesto no deja de entrar cada día gente desesperada por encontrar un lugar donde alojarse durante la temporada. Pero también me encuentro casi a diario con mucha gente con muy buena posición económica, que está dispuesta a pagar sus estancias por adelantado sin demasiados miramientos, y que están provocando una seria distorsión del mercado de alquileres. Cuando el propietario de una finca payesa tiene llamando a su puerta varios posibles inquilinos dispuestos a pagar sin problemas 5.000€ o 7.000€ al mes, ofreciendo el pago adelantado de algunas anualidades sin problemas, es totalmente lógico que los precios se disparen, y que las condiciones acaben volviéndose imposibles para la inmensa mayoría de nosotros. Y cuidado, que no estoy hablando de especuladores que buscan pisos o casas para realquilar y exprimir a todo aquel desesperado por encontrar un rincón donde dormir. Hablo de gente que simplemente quiere tener su residencia de alto nivel en Ibiza, sin mayores pretensiones. Los especuladores de medio pelo, tanto a las agencias serias como a los propietarios experimentados, nos duran 30 segundos al teléfono. 


Todo este cacao que se ha creado con la oferta y la demanda lo que principalmente ha hecho es desesperar a muchos y a desorientar a todos. Nos encontramos con muchos propietarios que no saben bien bien lo que hacer con sus casas. Eso sí, todos tienen un vecino que dice que... O un conocido que está sacando mucho por una casa que no es mejor que la suya... O un hijo que tiene un piso en Puig den Valls por el que saca varios miles de euros al mes en verano... Y aquí es donde creo que está la clave de todo. Con todos mis respetos, pero ¿qué narices tiene de turístico un piso en Puig den Valls? ¿Cómo a alguien se le puede pasar por la cabeza que un piso de 40 años en el ensanche de la ciudad de Ibiza es un inmueble apto para acoger turistas? 

El planteamiento de los usos que se le pueden dar a un inmueble residencial en Ibiza no hace más que mostrarnos la desorientación de nuestros legisladores. Se siguen dando palos de ciego y lanzando ideas al aire para ver cómo reacciona la opinión pública. Una señal clara de que quien tiene que meter mano al problema sigue perdido.


Se necesita una normativa clara dirigida a determinar por zonas (incluso por barrios) y por tipo de vivienda el tipo de arrendamiento al que puede acogerse una propiedad. Una legislación firme que incentive el alquiler residencial mediante importantes ventajas fiscales a los propietarios que dediquen sus inmuebles a ello. Hay que incentivar para que todo el mundo salga beneficiado del empuje de ese sector a día de hoy (cada uno a su nivel y dentro de sus posibilidades). Necesitamos una voluntad seria de solucionar el problema con ideas claras y conocimiento profundo del sector. Cualquier otra iniciativa es querer seguir metiendo parches para tapar las consecuencias del descontrol en lugar de atacar las causas. En definitiva, seguir mareando la perdiz como hasta ahora para continuar como estamos, año tras año...