Hoy hemos tenido la gran suerte de volver a disfrutar de una de nuestras experiencias favoritas en Ibiza, el Mercadillo Artesanal de Sant Joan de Labritja. Todos los domingos del año se reúne allí parte de la gente más auténtica de la isla. Abundan personajes carismáticos y genuinos que aparecen al final de la semana para compartir con todos su arte, su originalidad y sus sonrisas. No hay lugar mejor para pasear y reencontrarse con los amigos, con nuestra familia ibicenca con la que adoramos compartir las horas tontas del domingo y, por qué no, una buena copa de vino y una buena mesa.
Nos encanta pasear por los puestos que muestran objetos, ropa, joyas, elaboraciones propias y piezas curiosas, creatividad que desborda de manera amable. Es un lujo sentarse en una terraza a disfrutar de ese sol de principios de Noviembre capaz de recordarte que el verano es otro de los que no quiere marcharse nunca de Ibiza. Desde ahí no puedes evitar observar cómo la gente se abraza y se sonríe por todos los rincones del pueblo, al son de música y melodías de cualquier parte del Mundo. Es una delicia para el alma. Sabemos que siempre que visitamos Sant Joan un domingo hay algo que nos vamos a llevar con nosotros, siempre: una sonrisa y un abrazo (o varios).
No dejéis nunca de visitar este pueblecito tan auténtico siempre que vengáis a nuestra isla. Mucho mejor si lo hacéis el día de su mercadillo. Estamos seguros de que allí también os espera ese buen regalo en forma de energía positiva que los ibicencos tienen ganas de compartir con todo el que se acerca a visitar la capital del Norte de Ibiza.
La Bolsa Familia, el más amplio programa de transferencia de renta en la historia brasileña, cumple diez años. Lanzado en octubre de 2003, poco antes de la llegada de Lula da Silva a la presidencia, benefició hasta el día de hoy a más de 50 millones de personas y ayudó a cambiar el rostro del país. Los requisitos básicos para optar a este benefico son dos: tener una renta familiar inferior a 35 dólares por integrante de la familia y que los niños frecuenten una escuela al menos hasta completar el primer ciclo.
Si en el primer año el programa llegó a 3,6 millones de domicilios brasileños, faltando poco para cumplir una década alcanza ya a 13,9 millones a lo largo y a lo ancho de todo el país. Considerándose la media de cuatro integrantes por familia, podemos afirmar que llega a unos 52 millones de personas, una población superior a la de Argentina. Casi medio México.
El presupuesto destinado al Bolsa Familia en 2013 es de 12.500 millones de dólares, con un valor promedio de 35 dólares por miembro de familia beneficiada. Es poco, por cierto. Pero para los que se benefician, es muchísimo. Es la salvación.
Actualmente siguen beneficiándose de la Bolsa Familia un 45 por ciento de los inscritos originalmente en 2003. Son 522.000 familias que jamás dejaron de recibir la ayuda del gobierno. No hay datos oficiales sobre el 55% restante que inauguraron el programa, pero se considera que la mayor parte de ellos alcanzó otras fuentes de renta que, sumadas, superan el mínimo determinado para que recibiesen el subsidio.
Hay registros que muestran que, en diez años, 1,7 millones de familias, 12% del total que recibieron beneficios en ese tiempo, desistieron voluntariamente del beneficio, por haber obtenido ingresos superiores al piso mínimo permitido para optar al programa.
Las conclusiones de todos los estudios dedicados a analizar los efectos de la Bolsa Familia son unánimes en asegurar que ha contribuido de manera decisiva para reducir las inmensas brechas y desigualdades sociales que siempre han sido una de las llagas más visibles del país.
Cuando se implantó, el programa fue blanco de críticas furibundas de la oposición y de los grandes conglomerados de medios de comunicación, que lo reducían a un mero asistencialismo sin mayores efectos. Hoy admiten, a regañadientes, el papel esencial de la Bolsa Familia, el más visible de todos los programas sociales de los gobiernos de Lula da Silva y ahora de Dilma Rousseff, para aliviar las dificultades de familias vulnerables, asegurando que al menos sus hijos tengan acceso como mínimo a servicios básicos de educación y salud.
Contrariando la tesis que decía que la transferencia de renta a través de programas del Estado iría a perpetuar la miseria (la crítica más sonada hace diez años era la siguiente: si reciben dinero del gobierno, ¿para qué trabajar?), el resultado obtenido hasta ahora indica lo contrario.
Para recibir el beneficio, los niños tienen que frecuentar la escuela, donde reciben atención de la salud pública. Deficiente, insuficiente, por cierto. Pero mejor que nada. Pasados diez años, muchos de los hijos de las familias amparadas por el programa ahora viven por su propia cuenta, escolarizados y con oportunidades concretas en el mercado de trabajo.
Las estadísticas indican que 70% de los beneficiados con más de dieciséis años de edad lograron trabajo, contribuyendo al aumento de la renta familiar.
Las familias más numerosas, y que viven en condiciones de miseria, reciben beneficios superiores a la media, que es de unos 300 dólares mensuales. La propuesta es complementar la renta familiar hasta alcanzar niveles mínimos. Los que tienen hijos en edad escolar tienen que comprobar que los niños van a la escuela. Algunas familias llegan a recibir 650 dólares al mes, dependiendo del número de hijos menores. Suele ser normal, en áreas de miseria extrema, que una pareja tenga ocho, nueve, diez hijos. En tales casos, la supervivencia de todos depende directamente de lo que reciben de la Bolsa Familia.
Pasados estos diez años no hay lugar a ninguna duda: el perfil de la pobreza cambió radicalmente en el país. Muchas casas de pobres han sido ampliadas, recibieron tejados nuevos, pasaron a tener pisos de cemento o cerámica. Son casas muy humildes pero que cuentan con refrigerador, lavadora, televisores y, en muchos casos, con un ordenador con conexión a la Internet popular (a precios muy bajos, subsidiados).
Y saltan a la vista, entonces, algunas de las incongruencias típicas, quizá inevitables, de esta etapa de transición entre miseria y pobreza, o entre distintos perfiles de pobreza. Hay casas de barro, sin desagüe y en condiciones sanitarias muy precarias, ostentando antenas parabólicas de televisión. Otras cuentan con luz eléctrica muy precaria, pero hay teléfono celular. Funciona mal, es verdad. Pero a veces funciona.
Hay casas con piso de tierra, sin agua potable ni alcantarillado, con el baño afuera como hace medio siglo, pero con televisión. En algunos estados brasileños, el analfabetismo es de tal manera crónico que impide hasta la instalación de industrias que generarían empleo y esperanza de futuro.
Sí, es verdad, la miseria y la humillación persisten, pero ahora persisten de manera menos contundente, menos permanente. Ya no es como una sentencia eterna, un destino de por vida.
Por mucho tiempo politólogos, sociólogos, antropólogos y un montón más de ólogos seguirán discutiendo las bondades y las fallas de un programa destinado a redistribuir renta, a través del Estado, a los desamparados de siempre. Se seguirá debatiendo los pro y los contra del asistencialismo de Estado. Y, mientras tanto, 52 millones de brasileños habrán eludido un futuro cruel y pasando de la humillación de la miseria a la pobreza digna.
Nadie duda ya que las redes sociales han supuesto la última gran revolución en la manera que nos comunicamos y nos relacionamos. Pero esa gran revolución no se queda simplemente ahí. Como articulaba recientemente en el diario El País Mary Joice, fundadora de "The Meta-Activism Project": "Cuando consultamos los contenidos de nuestras redes sociales no estamos simplemente leyendo chistes y faltas de ortografía o consultando fotos; también estamos viendo cómo se sienten y cómo piensan nuestros colegas, amigos, familiares y extraños. Gracias a las redes sociales sabemos más sobre lo que piensan, sienten y les preocupa a los demás, como nunca antes en la historia de la humanidad. Está en marcha un importante cambio cultural".
Estos dos últimos años hemos visto casos destacados que merecen nuestra atención y están siendo sujeto de análisis y estudios sociológicos importantes. Nuevas formas de solidaridad, de protesta, de colaboración, que nos muestran la potencia de este nuevo entorno social que surge de la "conectividad" casi sin límites que nos ofrecen ya en el presente las redes sociales. Me gustaría destacar algunos de los ejemplos que creo marcaron el ritmo de esta revolución que vivimos.
- El "Crowdfunding": Las plataformas de "crowdfunding", dedicadas principalmente a recaudar pequeñas cantidades de dinero provenientes de particulares para financiar proyectos de todo tipo, están aportando un nuevo significado al término "solidaridad". Están abriendo una opción totalmente nueva a creadores, emprendedores, artistas y organizaciones humanitarias. Además, ofrecen con un nivel de transparencia total, una idea clara de qué tipo de proyectos interesan de verdad a la ciudadanía a la hora de ser apoyados y realizados.
Por supuesto, estas formas de "micro-financiación" no son nuevas, pero las redes sociales las han popularizado, las han expandido y las han organizado de forma que alcancen a más gente mejor informada. Han surgido plataformas por todo el Mundo que están "explotando" esta nueva forma de mecenazgo y solidaridad, tanto para proyectos sociales y de colaboración como para proyectos culturales y artísticos. En nuestro país tenemos un ejemplo destacado como es "Verkami" (http://www.verkami.com/) enfocada mayoritariamente a promover la financiación de proyectos artísticos y culturales. El caso más destacado de los últimos meses ha sido el rápido y contundente éxito en la recogida de fondos a través de esta plataforma para el documental "L'Endemà" de la productora cinematográfica Isona Passola.
Este proyecto, pensado para dar una idea real de lo que sería Cataluña el día después de ser declarada país independiente, pretende aportar una serie de pros y contras para ayudar a la gente a decidir sobre su futuro. La rapidez con la que el proyecto ha conseguido financiarse, superando fácilmente el capital mínimo requerido, nos da una idea clara de la importancia que el tema tiene para la ciudadanía.
- El caso de Japón y Haití: Las redes sociales han traspasado las fronteras de internet, de lo virtual, para convertirse en un medio de vital importancia para ayudar en situaciones de catástrofe humanitaria. Las primeras noticias del grave seísmo de Haití llegaron a través de Twitter y Facebook. Con la red telefónica colapsada estas redes, junto a Skype, se convirtieron en ese momento crítico en el único medio que disponían los haitianos para comunicar con sus familiares. A las pocas horas del terremoto surgieron desde todos los países del Mundo iniciativas solidarias, canalizando la información a través de las redes sociales, poniendo a disposición de todo el que lo deseara números de teléfono y enlaces donde prestar ayuda. Las organizaciones humanitarias, como Cruz Roja, consiguieron en poquísimas horas acceder a grandes cantidades de recursos y ayuda gracias a la enorme disponibilidad para hacer donaciones de manera fácil y rápida.
Lo mismo aconteció con el terremoto y el posterior tsunami que afectó a la costa oriental de Japón en Marzo de 2011. Tras el desastre se bloquearon las líneas telefónicas además de la señal de radio y televisión en todo el país mientras internet continuaba funcionando con normalidad. Los testigos y víctimas de la tragedia recurrieron a las redes sociales para ubicar a sus familiares, pedir ayuda y relatar el drama, la urgencia, el asombro y la solidaridad que estaban viviendo. Las redes se convirtieron en los medios de comunicación y difusión que utilizaron cientos de miles de personas. Sólo a través de Twitter se llegaron a niveles de más de 10.000 mensajes cada 30 segundos, en varios idiomas.
- La "primavera árabe": Según el Ministro de Exteriores italiano, Giulio Terzi, "las nuevas tecnologías son instrumentos de la democracia. Si es cierto que las principales redes sociales no pueden derrocar dictaduras pueden, sin embargo, fomentar la organización de la protesta, ofrecer reclamaciones directas y decirle al resto del Mundo lo que ocurre durante la revolución, sobre todo cuando los medios de comunicación tradicionales están en manos de los censores...". El ejemplo más significativo de este cambio fundamental fue lo que se llamó la "Primavera Árabe", favorecida por las redes libres creadas en los medios digitales. Los acontecimientos que se sucedieron en el mundo árabe fueron una demostración de que en un mundo global e interconectado lo que sucede en un continente puede influir en otra área del planeta. Siempre según Terzi, parece ser que una de las razones de la reciente apertura hacia una seria reforma democrática del duro régimen militar birmano sería el impacto imparable de las redes sociales y las imágenes de las protestas en Egipto y Libia (con los resultados que todos conocemos).
- Somebodies: A "Youtube" Orchestra Pero no sólo a nivel político,social o humanitario encontramos casos extraordinarios de trabajo conjunto en las redes sociales. A nivel de colaboración artística encontramos algunas piezas extraordinarias. Un caso impresionante, que ha pasado bastante desapercibido en mi opinión pese al genial resultado de esta colaboración, es el vídeo que os adjunto a continuación. El músico australiano de origen belga Gotye (Wouter "Wally" de Backer, nacido en Brujas en 1980) decidió recopilar cientos de versiones de su éxito "Somebody that I used to know"colgadas por sus fans en Youtube.
De una de las mejores canciones del 2012, según público y crítica, nace gracias a cientos de aportaciones un experimento musical que ensalza todavía más el valor inmenso de su creación. Convierte este "Somebodies" en un tema universal, en algo que ha pasado a pertenecer a todos los que lo han hecho también suyo con sus versiones. Un tema que no puede dejar de emocionar a los que apreciamos el valor que tiene una pieza tan genial como la que el propio Gotye creó junto a todos esos músicos y admiradores. ¡Que la disfrutéis!