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jueves, 30 de mayo de 2013

El Optimista

En un entorno tan complejo como el que vivimos, causa por lo menos perplejidad que, a pesar de que las sociedades actuales han llegado a cotas de bienestar nunca antes alcanzadas, los niveles de desánimo, pesimismo, ansiedad, estrés, depresión y aburrimiento, son los mayores entre la población occidental de toda la historia de la humanidad.

“Soy optimista, no parece demasiado útil ser otra cosa” WINSTON CHURCHILL (Estadista, escritor y ex-primer ministro británico, 1874-1965)

El optimismo es por encima de todo un posicionamiento, una actitud, una forma de ser en el mundo que acierta a observar la realidad desde una perspectiva positiva y constructiva. Es la tendencia general del individuo a esperar de la vida situaciones agradables y positivas. Mantener esta situación mental no implica, para nada, negar la realidad. Tampoco significa dejar de percibir el dolor ni el sufrimiento. Ser optimista significa mirar a la realidad cara a cara y reconocer que existe una cara de la moneda desagradable y dolorosa, pero que precisamente no es más que una parte más de la vida. Significa reconocer que cada experiencia vital, cada pedacito de realidad aporta, sin excepción, una posibilidad ilimitada de crecimiento.


Todo y que la mayoría de las vicisitudes y circunstancias de la vida no dependen directamente de nosotros, la actitud con la que las enfrentamos sí que está bajo nuestro control. Nos pertenece directamente la forma en la que afrontamos a diario nuestra realidad personal. Somos amos, ante todo, de nuestras actitudes. 

Una persona optimista es aquella que es capaz de ver en cada experiencia vital una oportunidad, una puerta abierta, una ocasión para extraer lo mejor de sí misma y de la vida. Una actitud positiva y constructiva es la clave para superar con éxito cualquier dificultad que se nos presente. Nos dota de una confianza extraordinaria en nuestras capacidades y nuestras aptitudes, y nos ayuda a extraer el máximo aprendizaje que acompaña cada vivencia, cada experiencia.


Ejercitar a diario el “músculo optimista” nos ayuda a despertar el poder de mejorarnos, transformarnos y disfrutar, cotidianamente, de la vida. Contribuye además a mejorar y transformar nuestro entorno y nuestro pequeño mundo cotidiano. Una actitud optimista y vital ayuda, al fin y al cabo, a mejorar nuestra calidad de vida y nuestro bienestar, tanto físico como emocional.

“El optimista siempre tiene un proyecto. El pesimista, una excusa” ANÓNIMO

(Fuente: “L’Optimisme Vital. Celebrant l’aventura de viure”, Daniel Ramos Autó)

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