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jueves, 9 de enero de 2014

Ibiza: Sorpresas y Desilusiones del 2013 (Parte I)

Ahora sí, una vez finalizado el año, y con esa visión más fría que me otorga el paso de los meses, me gustaría compartir con vosotros impresiones sobre los que para mí ha sido lo más alentador y lo más decepcionante del 2013 en Ibiza. A pesar de llevar más de 10 años visitando la isla regularmente, no dejo de ser un recién llegado. Ibiza conforma un universo tan amplio, tan extenso y variado, que es difícil no sentirte en muchas ocasiones sorprendido y abrumado por la cantidad de cosas que suceden a diario en ella y que son imposibles de abarcar. 

Sus 572km² de extensión - 655km² si sumamos Formentera - me suponen una fuente de estímulos incomparable. Aunque en verano se multiplican, el resto del año la isla no carece en absoluto de ellos. Pero ese tema ya lo he tratado en algún otro post...

En general, todos aquellos lugares que han conformado a lo largo de los años, "nuestra Ibiza imprescindible", continúan en esa lista. Por supuesto, la hemos hecho crecer con gusto en estos meses de vida y trabajo en la isla. También han surgido decepciones, no muchas, pero bastante profundas. Algunas de las cosas que conformaban para nosotros parte importante de la esencia, del espíritu de Ibiza, se han transformado y han caído en el error de convertirse en una pose, en algo artificial e impostado que acaba dando cierta lástima. 

Para nosotros la Ibiza hippy ha perdido casi del todo su autenticidad. El Hippy Market de Es Canar tiene de hippy tan solo el nombre. Pasear por él te hace sentir que estás en el mercadillo típico que puedes encontrar en cualquier otro punto de las costa española en pleno Agosto. Las Dalias parece una especie de "parque temático" en el que tienes la sensación de que los actores se disfrazan cuando llegan a sus puestos y cuando acaba la función vuelven a camuflarse con el resto de fauna de la isla. El "modelo" se percibe muy desgastado y se ve cierto cansancio en mantener un estilo de vida que se limita casi a una manifestación folclórica, tan típica ya como el "ball pagés", pero con un espíritu mercantilista detrás que ofende y que chirría con muchísima estridencia. Me ahorraré explicaros lo que me pareció la primera - y para nosotros las última - fiesta Namasté de este verano pasado... 


Dentro de este perceptible "hundimiento" del espíritu hippy ibicenco, se salva con muchísima honra el mercadillo de Sant Joan de los domingos. Te quedas con la sensación de que la "reserva india" se ha ido reduciendo a esa mínima expresión. Ahí no parece reinar la pose (todavía), ni te encuentras los esperpentos que se ven en los mercadillos de más al sur. No dejo de recomendárselo a todo el mundo. 

Otra decepción, esta de verdad enorme, ha sido el encontrarse con la incapacidad total de la clase política pitiusa para arreglar problemas que son fundamentales. ¿Cómo puede ser que año tras año el puerto de Ibiza, su imagen más típica y reconocida en todo el Planeta, se convierta en una cloaca al aire libre cuando llegan los meses de Julio y Agosto? El olor a mierda tira de espaldas y si te atreves a mirar lo que flota en el agua, entre esos grandes yates que impresionan a primera vista, puede que no puedas contener las arcadas. ¡Incomprensible, intolerable e inexplicable!


Y no solo el puerto huele así de mal. Las depuradoras, sobresaturadas de Junio a Septiembre, atufan de tal manera que parece increíble que haya negocios y vecinos que sean capaces de sobrevivir a la tortura de sus efluvios. No entiendo que los ibicencos lleven tantos años permitiendo semejante imagen tercermundista. Supongo que es parte de la idiosincrasia de la isla, la que explica que las máquinas y los equipos que limpian los márgenes de las carreteras se pongan en marcha a partir del mes de Julio, cuando más tráfico soportan. Espero llegar a entenderlo con el tiempo...

Pero bueno, a pesar de estas desilusiones, las sorpresas positivas las han rebasado por goleada. Sabemos que no hay lugar perfecto en el Mundo y que las cosas negativas forman parte del "encanto" de los lugares que amamos. Continuamos convencidos de que el establecernos en nuestra querida Ibiza ha sido una de las decisiones más acertadas y felices de nuestras vidas. Esa gastronomía de toda la vida que nos hace disfrutar de productos sencillos y auténticos, nos alegra la existencia. Esos paisajes, rincones, calas y caminos que se convierten en nuestros refugios secretos cuando el verano "aprieta", nos hacen sentir privilegiados. Ese mar y esas aguas te hacen soñar con tener branquias para quedarte a vivir en ellas. Esa vida nocturna, bohemia y sofisticada que no tiene igual en ninguna otra parte del Mundo y te hipnotiza para siempre. Todo eso y mucho más, hace que nuestro idilio con este rincón del Mediterráneo se mantenga intacto. Y no creemos que ese amor nos vaya a abandonar nunca...




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