Más de dos meses ya viviendo y trabajando en Ibiza hacen que uno pueda ampliar considerablemente su lista de placeres imprescindibles de la isla. El verano y la masificación que conlleva obligan a buscar alternativas a la "lista A" de cosas por hacer. Aunque lo cierto es que la mayoría de puntos de esta segunda parte de "Nuestra Ibiza imprescindible" se colocan con total naturalidad en la parte alta de esa lista de preferencias. No aparecerán nunca en las típicas relaciones de "lo que no debes dejar de hacer" que se ven normalmente por estas fechas en multitud de publicaciones como El Mundo, La Vanguardia, El Daily Mail, La Stampa ni, por supuesto, la revista Hola! Así que ahí vamos:
1) Comerse una hamburguesa en Vinyl: tras la grandiosa decepción, por decirlo finamente, del día de mi aniversario en el Hard Rock Cafe de Ibiza capital, donde sin vergüenza alguna me cobraron 63 eurazos por dos hamburguesas con un aro de cebolla (leéis bien, un aro de cebolla dentro del bocata que suponía un incremento en el precio de 2 euros) y 4 cervezas de barril, descubrir este barcito en Sant Jordi ha sido una gran alegría. Calidad y cantidad inmejorables a mitad de precio que el timo de la multinacional de origen londinense, musiqueta de la isla sin estridencias, multitud de versiones de la mejor hamburguesa que a nadie decepcionan, en un ambiente desenfadado y con un servicio amable y cercano. Un sitio al que vamos a volver muy a menudo, sobre todo tras salir del lugar que viene en el punto 4 de esta lista.
2) Ir al trabajo atravesando la carretera de Benimussa: así como de casualidad, huyendo del atasco matutino típico del verano ibicenco, he acabado cogiendo la rutina de atravesar una de esas carreteritas auténticas de la isla cada día para ir a currar. Y es una delicia, a esas horas en que el sol todavía no aprieta, viajar con las ventanas bajadas sintiendo ese aire templado en la cara y esos olores a campo Mediterráneo que trasladan al que los disfruta a la esencia de esta tierra.
3) Comenzar el día con un buen zumo de naranjas ibicencas: puede que a primera vista no tengan demasiado buen aspecto. Esas naranjas son resultado de agricultura ecológica, tradicional, y no las maquillan antes de meterlas en el saco para que las compremos por su aspecto. Pero recién exprimidas a primera hora del día son una inyección de sabor, de salud y de frescura. Nosotros las compramos siempre en s'Hort d'en Josepet, una finca cerquita de Sant Carles que también cultiva algunos de los mejores aguacates que hemos comido.
4) Los Sábados de Ants en Ushuaïa: una sorpresa enorme lo divertido y lo impresionante que es el local de la familia Matutes en Platja d'en Bossa. Sobre todo la fiesta de los sábados por la tarde, Ants (hormigas). DJs jóvenes, en su mayoría nacionales y con un nivel de creatividad musical como no había experimentado en muchísimos años. Semana a semana, gracias a buenos amigos hemos podido conocer todos los rincones y los secretos de ese festival que se monta a partir del mediodía y hasta la medianoche (un horario ideal para los que al día siguiente trabajamos). Medios no faltan en Ushuaïa, pero esa es su fiesta más underground, donde lo que prima es disfrutar del buen ambiente y de esa vanguardia musical que a más de uno nos hace alucinar. Los shows que se montan al caer la noche son inolvidables. Los que ya lo habéis vivido con nosotros sabéis de lo que hablamos...
5) Paella y mar en S'Illot des Renclí: ya nos lo habían dicho familia y amigos. Ese rincón de cala Xarraca tiene un pequeño restaurante que ofrece una de las mejores paellas que hemos comido en Ibiza. Y eso es mucho decir, porque el nivel "paellero" en la isla es brutal. Lo que lo acabó de rematar la última vez que estuvimos allí fue descubrir la increíble orografía submarina que conforma esa zona de la costa. Un anfiteatro espectacular de flora y fauna mediterránea, donde uno podría pasar horas siguiendo este pez u observando aquellas matas de posidonia. Además, en Agosto, esa zona de la isla es la menos machacada por el turismo. No estarás solo, pero tampoco tendrás que pelear por aparcar o por encontrar mesa.
6) Sluiz: difícil definir este enorme local en la carretera de Santa Gertrudis. Es una tienda de decoración, un museo, una terraza, una boutique, una granja, una librería, una tienda de cestos,... Esa manada de vacas que te da la bienvenida desde la carretera ya te anuncia que no vas a encontrarte con una tienda normal. Una visita obligada donde pasar un buen rato y encontrar aquel complemento para tu casa que nunca hubieras imaginado que necesitabas.
7) Llenar el carro en Mercadona: sí, ya sabemos que esto lo puede hacer cualquier hijo de vecino en cualquier ciudad de España, pero para los ibicencos, la apertura del primer supermercado de esta cadena ha supuesto una alegría enorme. Un alivio para los bolsillos de los habitantes de la isla que no supone un peligro a la abundante oferta de producto fresco local pero sí ayuda a poner a nivel mucho más razonable el coste de la cesta de la compra. Y para los que hemos pasado 6 años en Brasil, "sufriendo" los precios y las calidades del Nordeste, un lujazo.
8) Nadar en nuestro rincón marinero de Cala LLenya: un tarde de aquellas tontas, dando un paseo en moto, vi a unos niños en medio de una urbanización meterse por un camino de tierra con sus cañas de pescar al hombro. Sin pensarlo un momento paré y los seguí. Me llevaron a un rinconcito de casetas de pescadores que es una delicia para nadar y relajarse al sol. Lo compartimos habitualmente con vecinos y gente local, siempre pocos, en su mayoría los propietarios de esas mismas casetas. Me puedo pasar horas buceando en esas aguas limpias y transparentes que siempre te acaban dando una sorpresa. Un día puedes pasarlo observando las anémonas que alfombran su fondo, otro puedes sorprender una sepia intentando pasar desapercibida en un claro de arena, praderas de posidonia oceánica en perfecto estado de conservación. No hay semana que dejemos de pasar por allí unas horitas para disfrutar de esa Ibiza que siempre nos ha enamorado.
9) Cenar en Kathmandú: habíamos pasado un montón de veces por delante, en la calle de los restaurantes en el centro de Santa Eulària. Siempre habíamos pensado que se comía bien y lo debíamos probar. Nos acabó de convencer ver como varios jets privados cargaban cajas enteras de comida para llevar de esta gente. Y no es de extrañar,está todo delicioso y es muy económico. Sabores de Asia auténticos acompañados de un pan indio recién hecho que no cabe en la mesa de lo enorme que es (tienen que poner un plato especial que se cuelga del borde de la mesa para poder dejarlo a mano de los comensales). Si estáis por este lado de la isla y queréis comer algo buenísimo y diferente, con un servicio atento y amable, sin que os sangre el bolsillo Kathmandú es ideal.
10) Ser la mosca cojonera que os martiriza todo el verano con las fotos de su verano ibicenco: Pues eso, me podéis seguir en Facebook o en Instagram...
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