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sábado, 6 de julio de 2013

Brasil: ya estabas tardando...

He esperado unas cuantas semanas antes de aventurarme a escribir en este blog mi opinión sobre lo que ha pasado este mes de Junio en Brasil. Quería observar con tranquilidad y la perspectiva de los días pasados el efecto que la oleada de protestas puede estar generando en el panorama social y político del país. Por supuesto no vamos a tener una idea clara del alcance hasta que no pasen unos cuantos meses, incluso años. Pero es buenísimo observar que los brasileños empiezan a salir de su letargo, empiezan a madurar y a hacer oír la voz de una sociedad que llevaba demasiados años con una venda en los ojos compuesta principalmente de "pan y circo". Parece ser que finalmente el gigante empieza a despertar.


Unos cuantos años viviendo allí lo inmunizan a uno de la indignación que en muchos casos aflora cuando se instala y empieza a experimentar el día a día. Llega un momento en que la retórica vacía de los diferentes gobernantes, el discurso de los varios partidos que conforman el complejo arco parlamentario, obligan a desconectar de toda esa estupidez, no sea que la única neurona que todavía le funciona a uno acabe por saturarse. Puede que esa manera infame con la que los poderes vivos del país intentan controlar y aborregar al pueblo, mucho más perceptible para el que viene de otros lugares del planeta, sea la culpable de que muchos de nosotros no hayamos podido nunca acabar de identificarnos con Brasil,  de sentirlo como algo nuestro. En mi caso, ese ha sido uno de los principales motivos. Si ampliamos el enfoque, más allá de la corrupción más o menos encubierta que pudre todas las áreas críticas de crecimiento del país, y miramos hacia bancos y demás instituciones financieras, sobre todo a las compañías de tarjetas de crédito, el residente extranjero no puede entender como los brasileños han permitido toda esa serie de abusos y cara dura durante tantos años.

En mi opinión, la raíz de todo este movimiento de protesta se encuentra en el hecho de que el ciudadano brasileño está madurando a todos los niveles. La emergente clase media está mucho más informada, ha subido rápidamente el nivel cultural, dispone de medios para viajar hacia Europa y los Estados Unidos y no puede menos que comparar el nivel de respeto al ciudadano y la transparencia institucional que se observa en la mayoría de los países que visita (aunque aquí nosotros, sobre todo al Sur del "Viejo Mundo", no estemos en nuestro mejor momento para dar lecciones ni ejemplo a nadie). Los servicios sociales y las infraestructuras, auténticos pies de barro del gigante brasileño en estos momentos, se encuentran en Europa a años luz de los que disfruta el ciudadano de Río de Janeiro o de Sao Paolo (por poner el ejemplo de los dos puntos principales de desarrollo del país).

En cuanto a las reacciones iniciales del gobierno, no sorprende a nadie la sarta de tópicos y de obviedades que la presidenta Roussef regaló a sus conciudadanos el pasado día 21.De nuevo un discurso vacío que ya no engaña ni satisface a nadie. Sólo hay que ver la reacción que generó en gran parte del país su intervención televisiva. Las imágenes lo explican todo...


Lo que realmente preocupa es que tras observar estas reacciones, la tal Dilma continúe profiriendo esos mismos tópicos y frases vacías por allá donde va. Aquí una perla: el país debe sentirse orgulloso de tener una sociedad que protesta en democracia y que, a diferencia de lo que se ve en Europa en medio de la crisis financiera, no se reclama por derechos perdidos sino por "los que aún no fueron conquistados". Aquí otra: si comparamos esas manifestaciones con las que ocurren en otros países, veremos que son diferentes, que en Brasil se protesta en democracia y el gobierno escucha la voz de las calles.


O sea, Sra. Roussef, que no ha entendido usted nada. Siga tratando a su pueblo como si siguiera siendo una panda de campesinos analfabetos, o de gente que da la espalda a los problemas reales de su país, y veremos lo que tarda la gente en volver a salir a la calle, con mucha más mala leche e intensidad. De momento dé usted gracias a que su equipo nacional le ha ayudado a despistar la atención por unos cuantos días ganando la Copa Confederaciones. En cuanto el efecto circo pase, veremos si el gigante realmente sigue despertando. 

Quiero agradecer además la aportación del amigo Jordi Claramunt desde Natal, Brasil que nos envía una imagen que no podía dejar de incluir en este post. 

Literalmente nos dice: ""#elgigantedespertó. Ahora solo falta levantarse, ducharse, lavarse los dientes e ir para la escuela. #paracambiarelpais, todo debe comenzar por la educación". Nadie mejor que los propios brasileños para darnos la clave de por donde debe comenzar esa revolución y ese cambio profundo que su sociedad está reclamando en la calle.

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