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lunes, 9 de septiembre de 2013

Lecciones para vencer a la crisis

Afortunadamente existen maneras de posicionarse ante la vida, filosofías vitales claras y sencillas, que nos pueden ayudar a salir adelante en momentos de dificultad y de confusión y crisis. Estamos inmersos en un momento de crisis a muchos niveles, que hace de la vida algo difícil de sobrellevar y manejar, pero parafraseando a los Supertramp de los 80 la pregunta sería "¿Crisis? ¿Qué crisis?".

La vida es, ha sido y será una continua crisis. De ahí que en incontables ocasiones muchos pensadores hayan resaltado la utilidad y necesidad de las crisis como esos momentos en que la persona y la sociedad se enfrentan a situaciones nuevas, difíciles y que requieren de creatividad y cambio de posicionamiento para salir adelante. Las crisis han sido siempre períodos claros de aprendizaje.


Lo que quizás no nos hemos parado a pensar hasta ahora, dado el nivel de complejidad y el número elevado de factores que parecen haber provocado el momento actual, es que en ocasiones las soluciones más sencillas son las que nos pueden ayudar de manera más efectiva a dar la vuelta a la situación. Con la combinación de un trabajo externo de aprendizaje y un trabajo interno de cuestionamiento e introspección se le puede dar la vuelta de forma creativa. Esta apuesta por lo sencillo y por lo concreto le da una profundidad y una potencia a este proceso que rompe con los moldes actuales de nuestra sociedad, tan anclada en procesos laboriosos y teorías complejas que tanto proliferan y que tan lejos nos dejan a la mayoría de mortales de la sabiduría y de la posibilidad de cambio real y eficaz. Para cada cosa somos capaces de crear mil y una teorías, a cada cual más complicada y de mayor dificultad de entendimiento, vanagloriándonos de que a mayor complejidad, mayor merito merecerá y mejor funcionará.


Hemos pasado de lo valioso de la sabiduría popular y de lo valioso de lo cercano y sencillo, a poner todo el valor en aquello que no somos capaces de entender. Es una pena, que nos estemos alejando sobremanera de la esencia de la vida, que si bien puede ser muy compleja, también tiene aspectos sencillos, no por eso menos sabios.

Eso sí, el hecho de plantear un camino sencillo no indica que éste sea más fácil, nada más lejos de la realidad. Lo sencillo es aquello que no tiene doblez, que es simple de ver. Eso no implica que la tarea sea fácil, pues es la dificultad de esos pasos simples lo que nos condiciona al ser humano frente al cambio y frente al reto de introspección. Estamos inmersos en un Mundo en el que prima principalmente lo externo y la eficacia, dejando de lado el contacto con uno mismo y el poder ser coherentes con lo que somos, cosa que provoca el alto grado de neurosis que vivimos actualmente. Muchos estamos metafóricamente perdidos y salir de ahí es un trabajo que requiere de paciencia, de ganas y sobre todo de una guía que nos facilite el tránsito. Esta guía puede tomar multitud de formas (un maestro, un amigo, una situación difícil, una enfermedad, etc.). La cuestión es poder estar atentos a lo que la vida nos ofrece, más allá de lo que nosotros esperamos de la vida.


Cada problema y cada crisis guarda la semilla de algo potencialmente grandioso. Sólo hay que darle tiempo y espacio para que esa semilla germine y nos indique cuál es el camino. Las filosofías orientales en este sentido nos pueden aportar un cambio de valores hacia lo sencillo, la introspección, la armonía con la vida y con sus características. En estos tiempos en los que afortunadamente se están cuestionando las bases de nuestro sistema político y económico, estaría bien que también influenciaran a nuestra manera de relacionarnos con la vida, ¡que falta nos hace!

Pero claro, ese camino implica tocar una de las cosas que aparentemente más livianas son en la vida, pero que si nos fijamos bien, son elementos pétreos y rígidos. Las ideas y las creencias son elementos terriblemente difíciles de cambiar. Por algunas ideas concretas el hombre ha sido capaz de matar (y no hay que irse demasiado atrás en el tiempo, como muchos pueden pensar). Siendo algo tan insustancial y etéreo, son elementos que se aferran a nuestra manera de ser y que nos inutilizan para dar ese paso necesario para el cambio


Debemos entender la vida como algo creativo en lo que el ser humano es un elemento más y la persona tiene que comprender que es algo a lo que debemos adaptarnos, y no al revés, como a muchos nos gustaría. El salir de la crisis depende de un cambio de posicionamiento frente a lo que nosotros podemos entender como "problema". Lo único que podemos modificar frente a una situación concreta es nuestra manera de situarnos frente a la misma. Nuestra reacción y nuestra manera de posicionarnos son las claves del cambio

Lo externo no lo podremos modificar. Lo único que podemos modificar ante situaciones de dificultad es nuestra propia forma de afrontar la crisis. Lo que vemos fuera es un fiel reflejo de cómo nos vemos a nosotros mismos. Necesitamos caminar hacia ese lugar de cambio que nos aportará sabiduría y mayor potencial personal en un momento en que los valores de eficacia y éxito nos están alejando cada vez más de nuestra esencia. Y que la "primavera" que llega después de todo "invierno" nos enseñe nuevos caminos y nuevas estrategias para adaptarnos a este mundo tan cambiante y tan rico...

Fuente: Luis Carbajal "Prólogo de Los Cerezos en Diciembre"

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