En algunos sectores el cambio ha
sido todavía más contundente, en otros los propios actores no se acaban de
poner de acuerdo sobre el alcance de la influencia real de las redes. El tiempo
nos ayudará a ver hacia donde evoluciona toda esta revolución, pero las
estadísticas y los datos del 2012 parecen indicar por el momento que lo que los
usuarios encuentran en ellas no es el factor más determinante en su decisión
final.
Siempre he tenido el
convencimiento que las claves para la fidelización del cliente, sobre todo en
el sector servicios, son la cercanía, la transparencia y la pro-actividad. Ya a finales de los años 80, en la
universidad de Harvard, se estudiaban y divulgaban casos de éxito en la
fidelización del cliente en el sector hotelero mediante programas llamados
“empowering de front line”. Estos consistían en delegar en el personal que trabaja
en contacto directo con esos clientes la toma de decisiones y la iniciativa
sobre cómo resolver el trato con ellos, sobre todo en situaciones incómodas o
desagradables por fallos en el servicio. El personal de recepción de la cadena
Hilton, por ejemplo, disponía de cierta libertad y de un presupuesto mensual
que podían utilizar para resolver esas situaciones incómodas de manera
inmediata y según su mejor criterio. No
sólo de esa manera se sorprendía gratamente al cliente frente a situaciones de
“crisis” sino que además se incentivaba la motivación del empleado al otorgarle
esa responsabilidad. Todos los que hemos trabajado en una posición de ese tipo sabemos
lo importante que es poder decidir con inmediatez y disponer de recursos para
afrontar cualquier situación problemática con un cliente que tengamos cara a
cara.
Yo percibo las redes sociales
como una evolución para las empresas y las marcas de ese trato directo y cara
a cara. Su presencia activa en el entorno 2.0 se ha convertido en un requisito
fundamental para poder competir en el mercado actual y supone un acercamiento
definitivo hacia la transparencia y la accesibilidad a la información que demanda
el consumidor de hoy en día. No sólo eso, sino que las redes sociales además
suponen un punto de encuentro donde los usuarios pueden compartir ideas,
opiniones y consejos sobre esas determinadas marcas o sus productos. Toda
empresa que desee sobrevivir tiene que escuchar lo que dicen los consumidores y
esas redes son de hecho una de las herramientas fundamentales de intercambio de
información valiosa entre los consumidores y sus proveedores de productos o
servicios. Parece una evolución clara y en la misma dirección de lo que hace 30
años eran casos de éxito en las estrategias de fidelización de clientes, sólo
que ahora toda empresa debe tomar esa deriva si no quiere perder el pulso de su
mercado.
Toca estar atentos al rumbo que
van a tomar las relaciones “B2C” (empresa-comunidad) en esta década. Está claro
que en el caldo de cultivo de este boom que estamos viviendo han aparecido
nuevas formas de trabajar, nuevas posiciones en las empresas que hace
poquísimos años ni siquiera se imaginaban y que a día de hoy forman parte
fundamental de sus estructuras. Me motiva muchísimo poder ser observador y
parte activa para averiguar si nos encontramos ante una nueva “burbuja
tecnológica” o ante los primeros pasos de una revolución real hacia la
democratización definitiva en nuestros hábitos de consumir y de relacionarnos.
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